Barcelona (ES) 1-02-1952

Empresario

Hijo de Francisco Meseguer Pérez, catalán y Antonia Martínez Caparroz, andaluza.

Viene a Venezuela en 1959, pues sus padres, que habían emigrado tres años antes, lo dejaron a él y a su hermana Dolores bajo los cuidados de la abuela.

Una vez la situación se estabilizó, la familia se reunió en Venezuela.

Se establecieron en La Guaira -el litoral central- área muy cercana a Caracas, donde se encuentran el puerto y el aeropuerto que dan servicio a la capital. Estudió allí y desde muy joven trabajó en una pequeña torrefactora de nombre “Café Condal”, propiedad de emigrantes de origen catalán.

En 1969 regresa a Barcelona donde permanece por siete años, pero vuelve a Venezuela en 1976. Solicita y recibe la nacionalidad venezolana.

Venezuela se hallaba en plena efervescencia económica, bajo la presidencia del socialdemócrata Carlos Andrés Pérez. Los precios del petróleo se habían multiplicado y los ingresos del país aumentaron considerablemente.

Bajo ese marco y con la experiencia previa de trabajo, Meseguer logra obtener la distribución mayorista para toda la zona de La Guaira de la marca de café El Peñón, una de las principales del país. Aunque era una época de trabajo intenso, también formó un equipo de fútbol aficionado, llamado “Los Diablos de Condal”.

Durante las tres décadas siguientes se dedicó  a la distribución del café, hasta que la situación país comenzó a cambiar: las principales procesadoras de café fueron nacionalizadas y el mercado comenzó a transformarse. Por otra parte, la inseguridad personal fue creciendo.

En el año 2007 vuelve a Barcelona, donde tras varios emprendimientos logra estabilidad económica y laboral. No obstante, en el año 2011 regresa con su familia para atender la salud de su madre, quien nunca quiso marchar de Venezuela.

Trabajador y tenaz, logró fundar una empresa de ventas, reparación y mantenimiento de maquinaria industrial que, para julio de 2022, se mantenía activa y productiva.

Su compañera de vida, Gabriela Maldonado, asegura que con 70 años de edad sigue trabajando con el mismo entusiasmo de toda su vida. “Eso, y sus ganas de vivir cada día como si fuera el último, son lo que me tienen enamorada de él”.

Fuente: Colaboración de lalik (nombre en reserva).

Fotografía: Vía Facebook.com