El torero mallorquín de la ‘mala tarde’ en la Valencia venezolana

José Jaime Pericás Ripoll nació el 14 de marzo de 1916 en L’Alquería Blanca, un pequeño pueblo que pertenece a Santanyí, distante a unos 38 kilómetros de Palma de Mallorca. Fue quizás la figura más relevante de la fiesta brava balear.

Se destacó como novillero. Domingo Ortega le dio la alternativa en Valencia (17 de marzo de 1936) y Manolo Bienvenida se la confirmó en Madrid el 2 de julio siguiente.

La guerra civil (1936-39) trastocó su planes y buscando el sustento, le tocó viajar a América.

Estuvo en las plazas importantes (México, Colombia y Ecuador) y también en Venezuela, donde llegó a torear no solo en las ferias taurinas, sino en cualquier oportunidad que se le presentaba. Estuvo casi un año el país.

 

La aventura valenciana

Su anécdota mas memorable aconteció en las fiestas populares de la Valencia venezolana (ubicada a 180 kilómetros de Caracas) del año 1940. En el cartel destacaba su nombre, pues acababa de torear en Caracas con mucho éxito.

En cambio, su actuación en Valencia fue decepcionante. Así la describe el periodista taurino Llorenç Capellà en el artículo “La historia sentimental”publicado el 1 de noviembre de 2005 en Diari de Balears:

“Pericás era un torero de altibajos, de vida aventurera. En Valencia le conocieron en su peor momento. Abúlico, perezoso, muy posiblemente con más necesidad de una aspirina que de un ramo de claveles.

Y tuvo una mala tarde. El público llenó la arena de botellas y otros objetos, y la policía tuvo que escoltar al matador hasta el hotel donde se hospedaba. La multitud molesta por la mala faena reclamaba de forma cada vez mas violenta, lo cual culminó en enfrentamientos, heridos y detenidos.

Pasados ​​unos días, para resarcir al público el torero solicitó a la empresa de Valencia que lo contratara nuevamente para lidiar los toros más grandes que encontraran en el campo.

De modo que su nombre volvió a aparecer en los carteles, y la plaza se llenó de gente que no quería verlo torear, sino castigarle. Esta vez, razonaban, la policía no podrá protegerlo.

Sin embargo, Pericás, lograría cambiar el odio por admiración. Eligió al toro más grande y más bravío y obtuvo un éxito apoteósico, que repercutió en nuevas contrataciones en el país”.

Se retiró muy joven en 1945, sin llegar a los 30 años. Se dedicó a la ganadería de toros de casta y murió en Palma de Mallorca el 10 de septiembre de 1989.

 

Fuente:

https://www.dbalears.cat/opinio/2005/11/01/106295/la-historia-sentimental.html

Fotografías: elmonarquico.com / todocoleccion.es